Giovanni Battista Tiepolo (Giambattista)


Discípulo de Gregorio Lazzarini, admirador y estudioso de la obra de Tiziano, Veronés –toma de él los fondos arquitectónicos para sus temas bíblicos y mitológicos- y Tintoretto, el pintor y grabador italiano Giambattista  Tiepolo (Venecia, 5 de marzo de 1696 – Madrid, 27 de marzo de 1770), es el más grande decorador del siglo, el último significativo artista del barroco y figura entre los más importantes del rococó italiano. De una imaginación creativa fecunda, tuvo mucho éxito. Maestro de la iluminación e influyente importante en la obra de Goya. Su obra es generalmente vertical, en la que recrea apariciones, temas de martirio de santos, pues mayormente fue contratado por iglesias y cofradías venecianas.
Padre de otros dos excelentes creadores, Lorenzo y Giovani Domenico –quien colabora con su padre a partir de 1740-, Giambattista pintó frescos en varias ciudades europeas: Vicenza – Generosidad de Escipión, 1731-, Milán – Tentación de San Antonio- , Udine, Bérgamo, Venecia –en esta ciudad perfecciona su perspectiva gracias a Gerolamo Mengozzi-Colonna-, Residencia de Wurzburgo (Alemania)  hasta Madrid –su última morada-, donde fue contratado por la realeza. En el Palacio Arzobispal de Udine, en Italia, Giambattista pintó 1726 y 1728, los frescos Raquel escondiendo los ídolos dométicos y Sara y el arcángel; mientras que en Wurzburgo, en 1752 y junto a sus hijos, decoró la nueva residencia del príncipe-obispo alemán –de la cual se conserva un boceto de Investidura del obispo Harold como duque de Franconia en el Museo Metropolitano de Nueva York-. En Venecia pintó Agar e Ismael en el desierto (1732), Virgen del Carmen (1732) y Traslación de la Santa Casa de Loreto (1743–1745) y reprodujo vistas minuciosas de la ciudad, denominadas vedutte; en Ámsterdam Telémaco y Mentor (1740); el Martirio de santa Águeda (1750) en Berlín  y La visita de Enrique III a la villa Contarini hacia 1750 en París.
En su comienzo, Giambattista siguió a grandes como Bencovich, Ricci, pero tras su éxito en los encargos, se aleja de la rigurosidad académica. Sus obras siempre se han caracterizado por el dominio del dibujo, las iluminaciones en ciertas zonas de la composición logrando efectos ilusionistas.
Otras creaciones importantes son los Frescos del Palacio Real de Madrid, en 1764; La muerte de Jacinto; Adoración de los Reyes  y Rinaldo y Armida (1753, en Múnich), realizó algunos lienzos para la iglesia del convento de San Pascual en España: Inmaculada Concepción (1767–1769), San Antonio de Padua y San Pascual bailón. San Carlos Borromeo (1767–1769); La Virgen con san José y cinco santos (1750) en Budapest.

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