Berthe Morisot



Una de las artistas que demostró las posibilidades creativas de las mujeres en el arte a finales del siglo XIX,  fue la artista impresionista francesa Berthe Morisot  (Bourges, 14 de enero de 1841 - París, 2 de marzo de 1895). Entre sus obras se encuentran Un día de verano 1879; National Gallery (Londres); Invierno (Mujer con manguito) 1880; Museo de Arte de Dallas (Dallas); En el balcón 1873; Instituto de arte de Chicago, (Chicago); La lectura 1869-70; Galería nacional de arte (Washington). En la actualidad sus obras están cotizadas en más de dos millones de dólares.
A pesar de su condición de gran dama, burguesa, Morisot se tomó muy en serio la pintura integrándose al grupo de los artistas impresionistas, la vanguardia de entonces. Enseguida se apasiona a pintar al aire libre, momentos en que realizaba pequeños cuadros y esbozos que luego llevaría a los grandes lienzos. El paisaje marcó su estilo, y fue con dos con los cuales participó en 1864 en el Salón de París; espacio en el que siguió participando hasta 1874: cuando se realiza la primera exposición impresionista, en la cual Berthe Morisot participó con La cuna.
Entró a la familia Manet de la mano del hermano del gran maestro Edoard, al cual persuadió y acercó a la experiencia de pintar al aire libre y al círculo de los impresionistas; corriente de la cual Manet nunca se sintió partícipe ni expuso junto a ellos. Berthe le sirvió de modelo de varias de sus obras, como en la de gran formato El Balcón, pieza que evidencia la admiración del artista por la obra de Goya.
Las propias concepciones machistas de la época la enmarcaron en el grupo de las “artistas femeninas”, las cuales traducían en el lienzo su mundo de señoras, niños, las escenas domésticas, pues el mundo de los hombres les estaba vedado y las ensombrecieron tras esa estela de prejuicio. En este grupo también estuvieron Marie Bracquemond, Mary Cassatt y Eva González. Sin embargo las temáticas eran similares a las de sus compañeros como Degas, Monet.  Al final de su vida se advierte una fuerte influencia de Renoir.
Su pintura para muchos era “polvo volátil”, de gran delicadeza y contradictoria, pues sus figuras: mustias, íntimas, —concebidas al principio por pinceladas tenues que después, impresionistas, se transmutaron en urgentes y planas— transmiten su propia alegría de vivir y que seducen, encantan a quienes la contemplan.

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