El Greco


Considerado uno de los artistas más grandes de la civilización occidental, El Greco (Candía, 1541 – Toledo, 1614) o Doménikos Theotokópoulos por su origen griego, fue un pintor del final del Renacimiento que alcanzó gran notoriedad por su estilo propio; aunque algunos lo consideraran –según la época-: excéntrico, místico, manierista, protomoderno, lunático y hasta astigmático.
Entre sus obras destacan lienzos de grandes dimensiones, retablos de iglesias, en los que prevalece la temática religiosa primero; y luego una serie de retratos a los cuales les imprimió un sello propio: figuras extremadamente alargadas con iluminación propia, contrastantes, famélicas, fantasmagóricas, muy expresivas y en ambientes indeterminados.
A los 22 años ya era considerado un maestro en su isla natal de Creta, donde dio sus primeros pasos como artistas bajo el estilo postbizantino –de esta época es su obra Muerte de la Virgen-. Luego llegaron los influjos de la escuela veneciana que perfecciona en Roma- La curación del ciego (1567) en donde se aprecia la influencia de Tintoretto y Tizziano-: el dibujo, color naturalista y el tratamiento de la luz. De Roma son Retrato de Giulio Clovio (1570-1575, Nápoles), Vincentio Anastagi (h. 1575, Nueva York, Colección Frick), El soplón (h. 1570, Nápoles, Museo de Capodimonte) y la Anunciación (h. 1575, Madrid, Museo Thyssen-Bornemisza). Visita después Toledo, en España, donde pinta Asunción –en la que se advierte aún el influjo italiano-, Alegoría de la Liga Santa (también conocido como la Adoración del nombre de Jesús o Sueño de Felipe II) y El martirio de San Mauricio y la legión tebana (1578-1582). De esta etapa es su obra más conocida El entierro del conde de Orgaz (1586–1588) en la que denota su miedo al vacío, la densidad de personajes, propios del manierismo. De sus pinturas de santos –a partir de 1850-, son: San Juan Evangelista y San Francisco (h. 1590-1595, Madrid), Las lágrimas de San Pedro, La Sagrada familia (1595, Toledo, Hospital Tavera), San Andrés y San Francisco (1595, Madrid) y San Jerónimo (principios del siglo XVII, Madrid); y los retratos El caballero de la mano en el pecho (1585, Madrid).
Apoyó la Contrarreforma; tuvo un hijo –Jorge Manuel-, que trabajó junto a él; murió humilde a los 73 años de edad. Su arte fue una síntesis entre los estilos venecianos y romanos, entre el naturalismo y la abstracción, cada personaje tiene luz propia proveniente de una fuente imperceptible. Alcanzó en su pintura un alto nivel de dramatismo y antinaturalismo al final de su vida, evidente en Adoración de los pastores (1612-1614) una de sus últimas obras realizada para su capilla funeraria.

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